Si el agujero de una bomba quedara de forma permanente, si el cajero automático destruido quedara destruido, si la oficina incendiada permaneciera negra, si donde fue asesinado un ciudadano se pusiera una señal indeleble, si el esqueleto de los vehículos incendiados jalonara las calles de Euskadi, probablemente todos aquellos que 'comprenden a estos muchachos', o que sólo los condenan en la intimidad de su retrete, se darían cuenta de que están matando la paz y la libertad que este país empezó a ganar hace 25 años.-
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 19 de marzo de 2001