El despiece a la antigua de reses por parte de los pequeños mataderos y carnicerías británicos podría explicar la muerte consecutiva, en 1988, de cinco personas aquejadas del equivalente humano de la enfermedad de las vacas locas en los alrededores de la ciudad británica de Queniborough.
Según las autoridades sanitarias locales, que ayer presentaron un informe oficial sobre el caso, es posible que la tendencia a partir en dos las cabezas de vacuno para extraer el cerebro contaminara los cortes de carne destinados al consumo humano a través de las manos o los cuchillos de matarifes y carniceros. Considerada legal durante años y abandonada al diagnosticarse la encefalopatía espongiforme bovina (EEB), dicha práctica es la única explicación hallada por los expertos a la muerte del quinteto, que sólo compartía su inclinación por la carne de ternera.
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Presentado ayer por Philip Monk, experto en enfermedades transmisibles de Leicester, el estudio señala que al partir las cabezas de las reses el cerebro tiende a 'salir disparado y adherirse a los objetos, por ejemplo cuchillos, aumentando así el riesgo de contaminar otras partes del cuerpo del animal, destinadas al consumo'.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 22 de marzo de 2001