Las molestias que las colles magdaleneras causan a los vecinos se incrementan año a año y a mayor ritmo que el número de estos locales. Mientras que en 2000 se registraron un total de 169 colles, establecimientos creados por grupos de amigos para celebrar las fiestas de la Magdalena, en esta edición han sido 183 los locales inscritos, lo que significa un aumento de poco más de 8%. Sin embargo, tanto las quejas como las denuncias formales contra estos establecimientos ha incrementado notablemente. Durante la semana festiva de 2000 se presentaron 17 denuncias, cifra que en el ecuador de esta edición asciende a 50, es decir casi un 195% más. En cuanto a las quejas, mientras que el pasado año sumaron un total de 47, en lo que llevamos de este año ya se han registrado 115.
En lo que se refiere a las denuncias de tráfico, por incumplimiento de ordenanzas municipales y a vehículos retirados por la grúa, los índices han descendido en todos estos casos. También se ha producido un detrimento en el número de actas de aprehensión de estupefacientes, mientras que las comparecencias en comisaría de personas detenidas han registrado un incremento más que notable. Mientras que en el año 2000 fueron 174 las personas que pasaron por las dependencias policiales, a falta de cuatro día por contabilizar, este año han sido ya 380 las comparecencias en comisaría, lo que supone un incremento del 233%.
Las colles reciben la mayoría de las quejas por el volumen de la música y el incumplimiento de los horarios de cierre. Sin duda, la música es uno de los elementos claves de las fiestas de la Magdalena, pero lo es mucho más cuando se trata de música interpretada por alguna de las múltiples charangas, de distintas procedencias, que recorren las calles de Castellón estos días.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 23 de marzo de 2001