¿Era Don Juan un prototipo de virilidad, un homosexual o se encontraba inmerso en una indefinición sexual? ¿Estaba dotado de una inteligencia burlona o era hombre 'de notoria incapacidad mental para la lucha por la vida', como escribió Marañón?
Éstas y otras consideraciones sobre el mito de Don Juan y cómo esta figura se plasmó en las artes -desde el Tenorio de Zorrilla, el burlador de Tirso de Molina, hasta el Don Giovanni de Mozart- serán analizadas en la Semana Marañón, que organiza todos los años la fundación que lleva el nombre del ilustre médico el 19 de noviembre.
En su doble condición de endocrino y escritor, Gregorio Marañón dedicó al burlador uno de sus ensayos, Don Juan (1940) -en este caso, menos denso de los que les dedicó a Amiel o Antonio Pérez-, en el que analizó sin benevolencia al personaje desde el punto de vista biológico y filosófico.
José Botella Llusiá, profesor emérito de la Universidad Complutense de Madrid y ginecólogo, dijo ayer que era pertinente revisar la figura de Don Juan porque hoy los donjuanes siguen existiendo, 'no hay más que ver el ¡Hola!, catedral de la ilustración', y porque el amor 'no tiene la misma fuerza que en el siglo XVII'. El ensayista José Antonio Marina recomendó revisar a Don Juan como 'una página de la historia universal de los sentimientos', y para el director general del Instituto Nacional de las Artes Escénicas y de la Música, Andrés Amorós, lo importante del mito es que es 'universal, sagrado y tiene raíz española'.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 24 de marzo de 2001