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Reportaje:La NBA, el destino más deseado

Un reto de doble filo

Los jugadores europeos sufren para hacerse hueco en la mejor Liga del mundo

'Hice un buen debú. El público estuvo conmigo. Luego, en tres partidos, sufrí tres lesiones: una en la muñeca; otra, en el pómulo, cuando me tuvieron que dar siete puntos, y otra que ya ni siquiera recuerdo... Estaba roto por todos los lados. Me costaba caminar. Me preguntaba cómo iba a estar al cabo de tres años'.

Alexander Volkov narra así su atribulada experiencia en la NBA. Tenía 25 años y, según los estadounidenses, fue el segundo ruso en llegar, en 1990, a la mejor Liga de baloncesto -el rocoso base Marchulenis, teóricamente el primero, puntualizó que él, en realidad, es lituano-. Lesiones, confusión en la procedencia de los jugadores -Volkov tampoco es al ciento por ciento ruso, sino ucranio-, pero dos buenos indicios de las dificultades que aguardan a cualquier europeo en la NBA. Puede ser el caso de la nueva estrella del Barcelona, Pau Gasol, que, con 20 años y unas aptitudes extraordinarias, está ya en el punto de mira de los ojeadores de un campeonato que cada vez recurre más al mercado europeo.

El yugoslavo Vlade Divac lleva más de una década en la NBA. Llegó allí con 21 años. Pese a que ya era una figura en el Viejo Continente, se integró en Los Ángeles Lakers como reserva de Mychal Thompson. Bill Bertka, entrenador ayudante de los Lakers y procedente de una familia de inmigrantes serbios, fue su mentor junto a Kareem Abdul Jabbar.

El mítico pívot de los Lakers le echaba en cara que rehuyera el contacto, que le costase entrar en el duelo físico. 'Me formó en la defensa', cuenta Divac; 'me enseñó a leer las acciones de los demás, a no perder de vista el juego ni un segundo. Me enseñó la visión total del juego. No era en absoluto tierno. A veces era como estar en un campo de trabajos forzados. En Europa se defiende menos. En la NBA el juego es mucho más duro y físico y más rápido en el ataque. En Europa todo es más suave'.

El malogrado base croata Drazen Petrovic se fue a la NBA con dos Copas de Europa y dos Recopas en su haber. Tenía 25 años, pero en Portland le esperaban sin ningún tipo de miramientos. Tuvo que competir con figuras como Clyde Drexler y Terry Porter y en su segunda temporada ficharon a Danny Ainge.

Rick Adelman, el entrenador, fue contundente: 'Tiene demasiado la bola en sus manos, tira después de haber driblado, está acostumbrado a que el juego gire alrededor suyo y le resulta imposible integrarse en nuestro equipo'. Una afrenta para el Mozart del baloncesto europeo, que emigró a Nueva Jersey, donde se convirtió en el máximo anotador del equipo con una media de 20 puntos y clasificó a los Nets para las eliminatorias finales.

Partir de cero

El yugoslavo Stojakovic, uno de los europeos que triunfan en el Sacramento, explica: 'La organización en la NBA es distinta. Jugamos en diferentes ciudades, con muchos más partidos y en mucho menos tiempo. Un mínimo de 82 por los 30 o 40 de Europa. Fue difícil al principio, pero muy enriquecedor'.

Y la última sensación europea, el alemán Dirk Nowitzki, que fichó por el Dallas procedente de un equipo de la Segunda División de su país, es explícito: 'Cuando llegas de Europa, se te cataloga como un mal defensor. Si eres una estrella en tu tierra, no cambia nada. Partes de cero. No eres nadie hasta que pruebas que tienes un sitio en la Liga'.

En 1984, el brasileño Óscar Schmidt rechazó una oferta del Nueva Jersey. Su argumento: 'Conozco mis límites y mis defectos. Nunca podrían bastarme diez minutos de juego por partido. La NBA es extraordinaria si eres una estrella. De lo contrario, estás a expensas de los clubes, de los traspasos. Mi amigo el búlgaro Glouchkov me explicó que los bases de los Suns no le pasaban la pelota. Yo no lo soportaría'.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 26 de marzo de 2001