Argumentar sobre la conveniencia de una ley de uniones de hecho es sencillo: quien gobierna no debe hacerlo de espaldas a la realidad, sino frente a ella. En nuestra sociedad existen personas que han optado, en el ejercicio de su libertad, por vivir una vida en común, una unión de hecho. La ley viene ahora a ofrecer a esas personas cauces para que esa vida en común esté protegida. No entender, como parecen hacer determinados grupos, la realidad incuestionable de las uniones de hecho, y la oportunidad de la ley, es vivir en un universo distinto al que nos toca vivir. ¿Alguien ha pensado en esas otras familias que forman tantas y tantas parejas y a las que determinadas circunstancias han impedido formar una familia pasando por los juzgados? Pues lo ha pensado el gobierno Zaplana, hay que agradecérselo.-
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 29 de marzo de 2001