Por ser algo que se esperaba, no ha sido menos sorprendente todo lo que ha rodeado la fracasada gestión de la Unión Europea con Marruecos para llegar a un nuevo acuerdo pesquero. Marruecos ha ganado la partida de póker. Tenía unos comodines: negociación de acuerdos con terceros países. La pesca en los caladeros marroquíes, en otros tiempos casi patrimonio de los pesqueros andaluces, es ya del Japón y otras flotas pesqueras no comunitarias.
La Junta de Andalucía, tal y como ha dicho el presidente, quiere que se reabran las negociaciones. No será fácil. Y tampoco lo podrá hacer España de forma unilateral. Son las servidumbres y obligaciones, para bien o para mal, de no tener capacidad para negociar fuera del marco comunitario. Y aunque se han levantado voces para que sea la comunidad autónoma andaluza quien lo intente, mucho menos. Hay una realidad y lo único que queda es aceptarla. Lo flota artesanal andaluza está llamada al desguace, a la reconversión o a encontrar otros caladeros. Cuatro mil familias de pescadores, más todos los trabajadores y empresas no extractivas, están abocados a tirar por la borda su futuro.
El Gobierno español y la UE tendrán que hacer frente a su responsabilidad. Las negociaciones, tal y como estaban planteadas desde su inicio, hace seis meses, no tenían más futuro que el fracaso. Marruecos no ha sentido el peso y la presión de quien tenía argumentos de diversa índole para hacer que os marroquíes redujeran sus pretensiones. El Gobierno alauita jugó y ganó. El presidente Aznar y el ministro Arias Cañete deben una explicación a un sector vital en la economía andaluza.
Aunque ya hemos tenido un avance por boca del secretario general del PP en Andalucía, Antonio Sanz. Con desparpajo, descaro y falta de rigor ya encontró el culpable de que no haya acuerdo: Felipe González. Las esperpénticas declaraciones del esperpéntico Sanz, si no fuera porque están dichas por alguien que aspira a gobernar en Andalucía, serían para troncharse a carcajadas. Y es que el tal Sanz, cuando abre la boca, sube el pescado.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 30 de marzo de 2001