Los mercados de valores consiguieron ayer mantener un equilibrio que dice más sobre la voluntad de los agentes que sobre la realidad económica. El BCE decidió mantener los tipos de interés en el 4,75% ante la resistencia a bajar que muestran la inflación y la masa monetaria, y en este punto comenzaron las diferencias de interpretación, ya que la renta variable debería celebrar el descenso de los tipos de interés, por cuanto tienen de competencia y porque suponen un aliciente para las empresas.
El euro cayó casi automáticamente hasta los niveles mínimos del año, 0,8840 dólares en el cambio oficial y 0,8806 en el mercado de divisas a última hora de la tarde, ante lo que los operadores del mercado consideraban un exceso de conservadurismo por parte del BCE, y ello a pesar de que la mayoría de los operadores de ese mercado se inclinaba por la repetición de los tipos de interés.
En Estados Unidos se publicó el dato definitivo del PIB del cuarto trimestre de 2000, con un crecimiento del 1%, una décima menor del dato provisional. Tampoco los inversores estadounidenses consideraron ajustar sus posiciones a un dato que empeoraba las cosas, aunque se tratara del cierre del año pasado. Alan Greenspan pedía hace unos días mejores estadísticas para medir la evolución de la economía y bien podía referirse a la elaboración del PIB, que ha pasado de una previsión del 1,4% a un dato provisional del 1,1% y, ahora, al definitivo del 1%, como si se tratara de no asustar a los mercados.
Al final, la Bolsa de Madrid subió el 0,61% y el Ibex 35 un 0,65%, en un movimiento que parece propiciar un lavado de cara a las cotizaciones ante el cierre trimestral.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 30 de marzo de 2001