'Ésta es una historia de amor del siglo XIX con un estilo visual del cine clásico de Hollywood de la década de los cincuenta. En ella quería contar una historia sobre cómo el amor mueve los hilos del mundo. No está de moda, pero para mí era un reto hacer una película romántica pura'. De esta forma, Schrader (Grand Rapids, Michigan, 1946) describe su último trabajo, un filme que le ha costado sudor y lágrimas.
La historia de Forever mine -en la que el director vuelve a hacer uso de la exageración de los elementos 'más exagerados de la vida', tales como el sexo y la violencia- se empezó a gestar hace diez años, pero los problemas para encontrar al actor idóneo que protagonizara el papel principal hizo muy difícil el inicio del rodaje.
Finalmente, fue Ralph Fiennes el elegido. El actor interpreta a un personaje que en realidad son dos: Alan, el amante de Ella (Gretchen Mol), y Manuel Esquema, el poderoso hombre de negocios en el que Alan se transforma tras resultar totalmente desfigurado por los asesinos contratados por el celoso marido (Ray Liotta) de Ella.
Más problemas
La elección del actor principal no fue el único problema con el que se encontró Schrader (American gigolo, El beso de la pantera, Affliction) para ver hecho realidad este viejo proyecto, que acabó de producirse en 1999. El director explica con dolor cómo la empresa que puso el dinero se fue a la quiebra. 'Me apena muchísimo que pasara lo que pasó, ya que esta película tiene una vocación claramente comercial; luego, otra empresa se hizo cargo del filme, pero al no estrenarse en Estados Unidos, su comercialización en el resto del mundo se ha retrasado considerablemente'.
Colaborador como guionista de Martin Scorsese en algunas de sus películas (Taxi driver, Toro salvaje, La última tentación de Cristo), Schrader relata la facilidad con la que trabaja con el director de Uno de los nuestros: 'Me entiendo muy bien con Martin. No nos molestamos. Cuando él dirige, yo no le molesto. Tampoco él me interrumpe cuando yo le escribo el guión. Nuestra relación ha llegado a tal punto que cuando él empieza a hablar yo ya sé lo que va a decir'.
Paul Schrader también opinó sobre la última entrega de los Oscars de Hollywood. 'Yo voy a ver Gladiator por el mismo motivo que fui a ver Titanic. Pago diez dólares para ver cómo digitalizan el pasado. Nadie se acuerda de las historias de este tipo de películas', asegura. Para el realizador norteamericano, el cine comercial como el de Gladiator hay que entenderlo como un concepto global. 'La moda, los coches y, en general, el entretenimiento son globales y el cine comercial muestra, en esencia, muchos de estos aspectos'.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 30 de marzo de 2001