Absolutamente lamentable el artículo-exabrupto de F. Savater (It, EL PAÍS, 25 de marzo de 2001), carente de la mínima reflexión y rebosante de descalificaciones e insultos. Siempre próximo al poder, diciendo lo que en cada caso toca decir y legitimando sus políticas (siente auténtica debilidad por los bombardeos), en esta ocasión ha ido demasiado lejos: ejercer de inquisidor, de cazador de brujas. Puede molestarle que haya intelectuales críticos e independientes, pero debería pensar que son pocos y silenciados. Somos muchos los que lo primero que hacemos cada mañana al abrir su periódico es dirigirnos a esa recóndita columna firmada por Haro Tecglen; pues bien, a partir de ahora nos recorrerá una excitante sensación de clandestinidad que nos hará más jóvenes.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 30 de marzo de 2001