Continuando el proceso de destrucción de espacios verdes en nuestra ciudad, contemplo con disgusto cómo una inmobiliaria se dispone a urbanizar uno de los pequeños reductos de ocio que tenemos (o mejor dicho, teníamos) en nuestro barrio. Teníamos la esperanza de que ese solar, donde hace no mucho había una fuente e incluso gallinas, se convirtiera en un pequeño parque o un espacio público deportivo, pero parece ser que esto no cuadra dentro de los planes de los urbanistas. Durante años este espacio entre la nacional V y las calles de Seseña e Illescas ha servido para que paseasen los perros, los niños y los mayores. ¿Por qué se conceden más y más licencias para construir sin tener en cuenta las necesidades reales de los vecinos?-
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 1 de abril de 2001