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COLUMNA

Chamorro

Desde tribunas de opinión y foros de debate he seguido y escuchado últimamente distintas reivindicaciones para que algunas calles de Alicante adopten el nombre de personajes históricos que tuvieron que ver con la lucha por las libertades y el equilibrio democrático. Lo pedía la pasada semana el profesor Francisco Moreno Sáez, y lo hacen estos días los miembros de la Comisión Cívica de Alicante con el objetivo de recuperar la memoria histórica de la ciudad. Proponen, entre otros, los nombres de Manuel Azaña, Rafael Millà (ex alcalde de Alicante), Marina Olcina González (ex concejala del Ayuntamiento de la ciudad), José Coloma Pellicer (periodista y director del semanario El Tío Cuc) y Enric Valor.

Comprendo que, por edad y por militancia ideológica, muchos de los que forman parte de esta Comisión se sienten razonablemente próximos a estos personajes del pasado. Mi conocimiento de ellos, salvo el caso de Enric Valor, es sólo documental. Pero no quisiera pasar esta columna sin aportar a la lista el nombre del fiscal Chamorro, que ha tenido que morirse esta semana para recordarnos desde la ausencia su impagable papel como defensor activo de las libertades en momentos francamente comprometidos. Tenía la edad de mi padre y hasta su mismo apellido, Vicente, cosa que muchos ignoran. Lo de Chamorro, como lo de Ferris en mi caso, son segundos apellidos que acaban desplazando al primero por sonoridad, por no prestarse a confusión con nombre alguno o por vaya usted a saber qué historias. Ambos estudiamos en Salamanca con treinta y tantos años de distancia, pero sus méritos sobrevuelan cualquier comparación. En 1969 fundó el movimiento clandestino Justicia Democrática, testimonio de oposición política al orden jurídico vigente. Ocupó el cargo de fiscal de la Sala del Tribunal Supremo. Luchó como pocos por la libertad asociativa de la magistratura, por dignificar la justicia, por la conquista del Estado de derecho, por defender a los más débiles. Su coherencia intelectual lo dice todo. Dormía junto al Quijote y las obras completas de Unamuno y de Machado. Simplemente. Descanse en paz, Jesús Vicente Chamorro.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 5 de abril de 2001