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COLUMNA

Pesca (2)

La pesca va bien. Los pescadores, mejor. Aznar ya tiene en su agenda visitar Rabat. Arias Cañete se encerrará con los pescadores de Barbate y Teófila, del brazo de Antonio (Sanz) encabezará las movilizaciones en Algeciras, El Puerto, Almería y Málaga. España va bien; Andalucía, mejor. Aquí paz y mañana gloria. Gloria de Resurrección, que estamos en Semana Santa. O Viernes de Dolores, vaya usted a saber.

Aznar llevará de introductor en Rabat a Felipe González, culpable de todo. Lo lógico es que fuera Josep Piqué, pero está de técnico soldador en el Tireless. Tampoco lo puede hacer Arias Cañete, dedicado a sus negocietes. Rodrigo Rato tampoco puede acompañarle, porque aún anda masticando lo que dijo en mayo de 1995: 'Ante la falta de acuerdo, lo que tienen que hacer Atienza y Solana es dimitir'. Pero, para acompañante, la rubia Teófila, de quien se recuerda su famosa frase (27 de agosto de 1995): 'No se está teniendo en cuenta que Marruecos es el principal exportador de hachís'. Sublime. Antes de llegar a Rabat, los negociadores deberían darse una vuelta por Ketama. Claro que puestos a recordar, nada mejor que la lapidaria frase del ex ministro hotelero, Abel Matutes (4 de mayo de 1995): 'Es inadmisible que el Gobierno central y la UE hayan permitido que se llegue al parón pesquero'.

Felipe González, que, casualmente, estaría tomando un té verde en un cafetín tangerino, acompañado del escritor Tahar Ben Jelloum, recordando pasajes de La noche del pecado, podría acompañar a Aznar para desbloquear lo que él bloqueó. González, a tenor de lo dicho por Aznar, siguiendo las tesis de Antonio Sanz, es el culpable de que no haya acuerdo. Y puestos a pedir ayuda, Javier Arenas tiene la solución. Ya lo dijo el 21 de octubre de 1995: 'Felipe González y Manuel Chaves son incapaces de defender Andalucía'. Arenas, en penitencia, debería pedir a su jefe (no se puede ni se debe decir dios) que se faje con el problema pesquero.

(Una petición: Enviar a mil kilómetros de exilio, por los desiertos subsaharianos, a un alto negociador de la UE con Marruecos que tiene la xenófoba costumbre de taparse la nariz cuando se sienta a negociar con los marroquíes. De maltrato y prepotencia está sembrado el caladero marroquí).

* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 6 de abril de 2001