Cada domingo por la tarde, a partir de las 14.30, la zona del mercado de la Cebada y alrededores se convierte en un basurero.
Decenas de personas se van agrupando a lo largo de la tarde en la plaza y van tirando sus platos de plástico, botellas de cerveza y servilletas por el suelo, dejando a su paso todo hecho una porquería.
Desde 600 metros de distancia se oyen la docena de bongós que sin cesar son aporreados desde las seis de la tarde hasta ni se sabe. Los jóvenes mean en las paredes de la iglesia mientras el cura se mesa los cabellos.
No se puede pasar, ya que está todo encharcado de orina y vómitos. Todos con sus litronas cantan y bailan sin parar.
El colmo es que hubo una época en que había un gran camión que por dentro llevaba una variada mesa de mezclas y que aparcaba en la plaza de los Carros.
Esto se puso de moda hace un año más o menos, cuando El Viajero, un bar de copas, abrió sus puertas.
Todo el mundo se acercaba (este bar ya no abre los domingos) y aquello se iba llenando hasta que no había sitio y la gente se quedaba por los alrededores dando vueltas para encontrar dónde sentarse y terminarse las litronas.
Las tranquilas tardes soleadas de domingo han quedado sepultadas bajo el sonar de una docena de bongós.
¿Qué se puede hacer? Esperar sentado e intentar disfrutar de Madrid hasta que esta absurda moda se quede anticuada.-
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 7 de abril de 2001