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CARTAS AL DIRECTOR

A la viuda de Víctor Jara

La voz y el alma, tan ricas, de Víctor inundan hoy mi casa, y su recuerdo y el tuyo están muy presentes. Conservo una entrevista que te hicieron en EL PAÍS. A través de ella, te conocí y te admiré aún más. Vosotros y nosotros -los vencidos en la tragedia de nuestra guerra fratricida- no olvidaremos nunca el dolor que sufrimos y que nos acompañará para siempre. Pero, aunque tantas veces nos envuelva la tristeza -como hoy al pensar en Víctor y en ti, en mis padres y en mi infancia perdida-, tenemos un tesoro que los que nos hicieron tanto daño no tienen: la dignidad, el honor y la paz interior. ¿Qué conservarán ellos después de crear tanta amargura? Sólo el recuerdo del horror. ¡Nunca morirán la voz de Víctor ni su alma, tan serenas. ¡Ni la de tantos!-

* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 7 de abril de 2001