Hablando del cuerno de tonto, del cuerno de bruto y de los cuernos de estomagante narcisismo que se le desarrollan a algunos personajillos con los años, ¿por qué no se va usted de una santa vez al cuerno, señor Haro Tecglen?-
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 8 de abril de 2001