Las conversaciones del segundo y último día de la visita a Rusia del canciller alemán, Gerhard Schröder, con el presidente Vladímir Putin estuvieron centradas en temas espinosos en los que ambos países mantienen sustanciales diferencias: los Balcanes, la ampliación de la OTAN, los planes estadounidenses de crear un paraguas nuclear y la deuda de Rusia con Alemania. Schröder, que dijo apoyar una 'Rusia fuerte' en Europa, fue el encargado de trasmitir malas noticias a Putin, quizá por el hecho de que pueden hablar sin traductor: la entrada en la OTAN de los países bálticos y del este de Europa ya es un hecho decidido, y que el escudo antimisiles europeo será instalado bajo el patrocinio de EE UU.
Aunque las relaciones personales entre Putin y Schröder son muy buenas -ahora, en San Petersburgo, comenzaron a tutearse-, el mensaje del canciller alemán en el plano económico tampoco fue consolador: Rusia debe pagar su deuda exterior, ya que actualmente tiene medios para ello. Ahora bien, si para 2003, cuando se deberán cancelar 18.000 millones de dólares (3,3 billones de pesetas), la situación rusa cambia y el pago pone en peligro la estabilidad del país, Alemania 'está dispuesta a ayudar a que se considere la posibilidad de reestructurar la deuda'.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 11 de abril de 2001