He leído en su periódico que las funcionarias de la Generalitat con hijos menores podrán reducir la jornada cobrando lo mismo. Me parece una medida excelente para conciliar la vida familiar con la laboral. Lástima que no vaya a aplicarse también a las trabajadoras del sector privado, en el que los sueldos no los paga el contribuyente. En el sector privado, las mujeres tienen que pensar dos veces si van a tener hijos y, si al final los tienen, deben evaluar las consecuencias que les puede acarrear pedir reducción de jornada -pedir excedencia por maternidad suele ser implanteable-. Aunque tengan el mismo derecho que las funcionarias, muchas no se atreven por miedo a ser despedidas. Ya no es sólo un problema de ver reducido el sueldo en un tercio o a la mitad, sino también de conservar el puesto de trabajo. Las mujeres -y los hombres- que trabajan en la empresa privada deben tener las mismas facilidades a la hora de tener hijos y de poder cuidarlos. Quizá ya va siendo hora de que cuando los políticos -y políticas- introducen mejoras, éstas repercutan en el conjunto de la sociedad y no sólo en determinados colectivos. Hacerlo de otro modo sólo fomenta agravios comparativos.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 12 de abril de 2001