Ajena a las preocupaciones que le procuran las nuevas generaciones de su familia y su empeño por vivir como cualquier mortal, Isabel II representó ayer en la abadía de Westminster de Londres una tradición que se remonta 800 años. La soberana inglesa donó a 150 pensionistas cristianos otras tantas monedas de plata como limosna de Jueves Santo.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 13 de abril de 2001