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Crónica:

El Athletic se hunde en la miseria

El Espanyol aprovecha su único contragolpe para ganar en Bilbao

Por increible que parezca, el partido entre el Athletic y el Espanyol despejó algunas dudas y ratificó alguna certeza. Ya sabíamos que ni uno ni otro tienen por costumbre convertir el fútbol en un arte deportivo. Con eso ya contaba San Mamés, que resgistró la peor entrada de la temporada. Los equipos no contradijeron los pronósticos. Quienes prefirieron las vacaciones al fútbol no fueron defraudados.

Las dudas estribaban especialmente en el Athletic, que había consumido 29 jornadas sin resolver a qué jugaba. Quizá la trigésima fuera la definitiva. Pues no. El equipo rojiblanco sigue siendo una suma de voluntades mal avenidas, un equipo previsible en el que nadie asume la responsabilidad del juego y se limita, mayoritariamente, a quitarse el balón de encima o a desplazarlo lejos, lejísimos, llegado el caso. El público de San Mamés, hastiado de tanta rutina, salió con una duda resuelta. El Athletic huye del fútbol, pero con otra no menos inquietante: ¿a quién puede ganar de aquí a final de temporada?

ATHLETIC 0| ESPANYOL 1

Athletic: Lafuente; Lacruz, Ríos, Vales,Larrazabal; Orbaiz (Cuéllar, m.85); Alkiza; Ezquerro , Guerrero (Merino m.85), Tiko (Yeste, m. 70) y Urzaiz. Espanyol: Mora; Cristóbal, Lopo, Rotchen, Navas, Velamazán, Morales, Galca, Roger (Arteaga, m.71); Sergio y Tamudo (Serrano, m.85) Gol : 0-1. M.43. Balón en profundidad a Tamudo, que gana por velocidad a Ríos, quiebra a Oscar Vales y marca de tiro ajustado al poste. Árbitro: Medina Cantalejo. Expulsó al entrenador del Athletic, Txetxu Rojo, por doble amonestación y mostró la tarjeta amarilla a Orbaiz, Óscar Vales y Urzaiz, del Athletic, y a Cristóbal, del Espanyol. Unos 25.000 espectadores en San Mamés.

La pregunta tiene su motivo en el Espanyol, un equipo que se mostró en San Mamés tan apañado como asustadizo, que otorgó toda la responsabilidad al contrario, que se arremolinó en su campo, corrió para aquí y para allá y sacó el paraguas cuando el Athletic, mediado el primer tiempo, decidió buscar el área con más tesón que juego. Urzaiz, lo intentó de vaselina y Mora puso la mano -luego, Guerrero y Tiko se golpearon al intentar rematar-; después, de zambombazo y Mora metió todo el cuerpo. Ezquerro ni siquiera lo intentó en un centro de Lacruz y después, en la segunda mitad, disparó al travesaño en un servicio de Óscar Vales.

Claro que para entonces el Espanyol había hecho casi todo su trabajo. Su fama de contragolpeador la había reducido a la mínima expresión. Un intento, un gol. Un balón a Tamudo, al costado, resultó suficiente para desacreditar a la defensa rojiblanca, probablemente la que peor entiende el sistema de coberturas que se aprende desde cadetes.

Era la victoria del minimalismo, la mínima expresión del fútbol, que practica el Espanyol. Claro que enfrente el Athletic oponía el nihilismo, el culto a la nada. Dudas despejadas: el Espanyol, salvado, y el Athletic, a luchar por la permanencia. ¿Quien dijo que no tenía objetivos?

* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 16 de abril de 2001