El domingo, al ver en televisión el accidente ocurrido en la N-630 a su paso por Guillena (Sevilla), me dio un vuelco el corazón.
De nuevo la tristemente llamada carretera de la muerte vuelve a ser noticia por lo que su merecido nombre indica: Muerte.
Varias familias están sumidas en el dolor, la mía respira tranquila porque esta vez nos hemos librado. Nuestro hijo es usuario habitual del tramo Sevilla-Gerena con su famoso cruce.
La Dirección General de Tráfico nos quiere concienciar crudamente de accidentes que se podrían evitar en los que entra en juego el factor humano. Yo haría un anuncio paralelo en el que se mostrase la realidad de las carreteras de España con todos los puntos negros que en ellas existen.
Por favor, señores responsables (o me atrevería a decir irresponsables), aquí se podría aplicar esa frase tan famosa por otras tristes circunstancias: 'Basta ya'.
Los alcaldes de la comarca tomaron medidas de presión el año pasado, pero ya parece que se ha enfriado el tema y, claro, de nuevo tenemos un accidente, cuatro víctimas, y van 80.
¿Se podría haber evitado? Qué respuesta más dura para esos familiares que han perdido a sus seres queridos.
¿Quiénes serán los próximos? Qué pregunta más dura para los que de momento nos vamos salvando.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 19 de abril de 2001