Se ve capaz de llegar a la cumbre del ajedrez, pero con el freno puesto, a su tiempo. Francisco Vallejo ve el título mundial sub-18, que logró en octubre, como algo muy lejano. Ha trabajado mucho desde entonces: “Quizá más que nunca. Estoy contento, pero me falta rodaje tras cuatro meses sin jugar torneos”, explica. Sin embargo, mira muy alto: “Ahora firmaría el primer puesto en Dos Hermanas. Pero si juego mal no es el fin del mundo. El momento de juzgarme llegará dentro de un año”.
Superada la medianoche en su habitación del hotel La Motilla de Dos Hermanas, escenario de tantos torneos históricos, Vallejo ultimaba su preparación técnica y psicológica para la partida de hoy frente al georgiano Azmaiparashvili, con quien no ha jugado nunca. Y tenía dos sensaciones cruzadas: “Por un lado, me siento más seguro que antes. Gracias al trabajo de estos meses, he disminuido el riesgo de creer que estoy inventando algo cuando, en realidad, juego una posición conocida. Por otra parte, existe el peligro de que me apure de tiempo, por la falta de torneos”.
Le parece normal que no le invitasen a Linares: “Aún no estoy maduro para eso. Más de uno se hubiera reído de mí si me ve pensando mucho en la segunda jugada contra Kaspárov. Si mi trabajo da sus frutos, ya me invitarán el año próximo o al otro. Los resultados ya llegarán; no debo apresurarme a disputar batallas para las que no estoy preparado”.
Tampoco tiene prisa por acabar la carrera de Educación Física, que estudia en Barcelona: “Es imposible entrenarse con el rigor que exige el ajedrez profesional y brillar al mismo tiempo en los estudios. He aprobado cuatro asignaturas de nueve en el primer cuatrimestre. Creo que no está mal, si tenemos en cuenta que debo ser el que más falta a clase en todo el Universo”.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 19 de abril de 2001