Coral Pellicer se define como una mujer luchadora, resuelta y, por encima de todo, agradecida. Su gratitud se dirige en especial a los españoles del bando republicano fusilados al concluir la guerra civil y a los cerca de 7.000 que marcharon al exilio europeo y allí, tras ser capturados por los nazis por su condición de antifascistas, murieron en campos de exterminio, sobre todo en Mauthausen. Periodista, escritora y actriz, Coral Pellicer, de 63 años, es hija y sobrina de anarquistas. Se ha sumergido en el estudio de los hechos protagonizados por aquellos españoles que hoy, después de muchos años, yacen enterrados en el peor de los cementerios: el del olvido. Desde hace dos años despliega numerosas gestiones para conseguir de las autoridades un homenaje institucional por su heroísmo en el campo de exterminio nazi y para que aquí se les devuelva la honra y el buen nombre que merecen y que, en sumarios condenatorios tras la guerra civil, les fueron arrebatados.
Pregunta. ¿Por qué se interesó por estos hechos ocurridos unos en España y otros durante el Holocausto, en la Segunda Guerra mundial?
Respuesta. Toda mi vida he sido consciente de que había que hacer justicia histórica y reparar una serie de calumnias y crueldades vertidas sobre los españoles fusilados tras la guerra civil y los que fueron exterminados posteriormente por los nazis.
P. ¿Cómo surgió ante usted esta investigación?
R. Mi hijo David José, que es guionista, periodista e historiador, me comentó hace cuatro años su interés por escribir un libro sobre el papel de las llamadas Columnas Confederales y la batalla de Teruel, que tuvo una enorme importancia estratégica y política. Así que, como yo disponía de mucho tiempo para consultar archivos franceses y españoles y para ponerme en contacto con los expertos, me apliqué a la tarea de obtener información sobre aquellos hechos.
P. ¿Cómo fue su labor?
R. A medida que me adentraba en el asunto, más cosas sorprendentes hallaba.
P. ¿Qué encontró?
R. Cuando empecé a estudiar los sumarios de la guerra civil me encontré con falsedades, tal vez fruto de los temores de la época, de la cobardía quizá o de simple maldad. Para mí se trataba entonces de devolver el buen nombre a estos españoles y de evitar que se siga causando daños morales a sus descendientes.
P. En cuanto a los asesinados en Mauthausen, ¿cómo deben ser homenajeados?
R. Creo que el Estado español debe rendir un homenaje a nuestros compatriotas, precisamente en Madrid, por ser la capital del país; aquí ha de ser instalado un hito conmemorativo, digno de su memoria, que les honre: fueron ellos quienes lucharon por una libertad de la que disfrutamos ahora y, a cambio, sólo obtuvieron olvido, cuando no ignominia.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 19 de abril de 2001