Nada tengo que objetar a que el Partido Socialista de Euskadi aspire a sustituir al PNV. En realidad me parece muy bien. Ahora, ya no me inspira tanto entusiasmo tan estrecha y evidente entrega de Redondo Terreros, Rosa Díez y demás compañeros a Mayor Oreja, del que disto mucho en compartir ese exagerado elogia hacia su gestión.
Lo que menos me gusta es la colaboración del PSE en la escandalosamente parcial, por no decir lisa y llanamente bananera, campaña mediática del Partido Popular. Indigna y bochornosa; insultando a diestro y siniestro, a veces de forma soez, siempre impune, a quien no comulgue con ruedas de molino, sea monseñor Setién, Xabier Arzalluz o la mismísima Conferencia Episcopal.
Esto es absolutamente demagógico, recuerda a campañas orquestadas por el Régimen, en tiempos pasados (solo falta decir que Arzalluz o monseñor Uriarte son el Gran Oriente de la masonería). Ahonda de forma irreparable la brecha y además se está pagando con dinero público, de todos, con escandaloso abuso del Partido Popular. No es de recibo. El PSE debería marcar bien y nítidamente las distancias.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 19 de abril de 2001