Los presidentes y jefes de Gobierno de 34 países de América -todos menos el presidente cubano, Fidel Castro- se reúnen a partir de hoy en la ciudad canadiense de Quebec para celebrar la III Cumbre de las Américas en la que la creación de un área única de libre comercio desde el Ártico a Tierra de Fuego, denominada Zona de Libre Comercio de las Américas (ALCA) será la gran protagonista.
El Gobierno de Washington quiere acelerar la integración de todo el continente, expectativa que es vista con recelo por algunas naciones que opinan que hay otros problemas que deben ser discutidos en la reunión. Así, el presidente de Brasil, Fernando Henrique Cardoso, y su ministro de Asuntos Exteriores, Celso Lafer, han recalcado que Brasil rechaza la posibilidad de que las negociaciones se limiten a asuntos meramente arancelarios y marginen otros espinosos temas económicos tales como el fin de los subsidios agrícolas en EE UU y las barreras no arancelarias y de otro tipo que dificultan la oferta de exportaciones brasileñas.
De una manera más general y con un país sumido en una profunda crisis económica, el presidente argentino, Fernando de la Rúa, apoyó la integración regional como mejor forma de combate contra los aspectos negativos de la globalización y sostuvo que defenderá esa idea en Quebec.
En el lado opuesto, Chile es uno de los países más abiertamente defensores de la aceleración del ALCA, ya que posee una de las economías más abiertas del mundo. El Gobierno del socialista Ricardo Lagos vería con buenos ojos que el proceso fuera adelantado al año 2003.
Como en todas las reuniones supranacionales de los últimos años, Quebec también tendrá su cumbre alternativa en la que participarán unas 2.500 personas.
En las horas previas a la reunión, los diversos bloques económicos del continente -Mer-cosur, grupo de los Tres y Tratado de Libre Comercio, entre otros- ultiman sus posiciones con vistas a una mayor fuerza en las negociaciones.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 20 de abril de 2001