Se celebra la Feria de Abril en Madrid. Tenemos el gusto de dormirnos con las notas de una dulce canción de cuna a ritmo de sevillanas, bacalao y hagan juego, señores.
Por fin, hoy ha terminado. Jamás hubiera pensado cuánto se añora el dulce ronronear de los aviones pasando por encima de nuestras cabezas, el arrullo de los ladridos de perros vagabundos y la triste balada de los coches de la M-40.
El Ministerio de Fomento tiene programada una dulce nana llamada autopista de peaje R-3 a 40 metros de nuestros dormitorios, que en próximas fechas hará nuestros sueños más felices.
Por favor, señor alcalde, deléitenos estas fiestas con una procesión del silencio en la calle de Malmoe.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 21 de abril de 2001