Más de doscientos expertos de universidades y museos españoles han asistido en Zaragoza al 26º Congreso Nacional de Arqueología, que concluyó el fin de semana, tras presentar 71 ponencias, con una revisión crítica sobre el papel de estos investigadores que, denunciaron, tienen que cumplir en precario su tarea de preservar los restos más antiguos de la civilización.
El profesor emérito de la Universidad de Zaragoza y secretario del congreso, Antonio Beltrán, aseguró que 'la diferencia entre este congreso y el celebrado hace dos años en Valencia es que se ha hablado de la destrucción de los Budas de Afganistán. Es un ejemplo de la conciencia que hay sobre la necesidad de preservar, del poder de los medios de comunicación y de la capacidad para reaccionar ante la intolerancia'. El profesor de Prehistoria de la Universidad de Zaragoza Francisco Burillo ponía el acento en 'la enorme capacidad destructora del desarrollo: el AVE, los pantanos, las carreteras, la puesta en marcha de tierras de labor, y todo hecho con poderosas herramientas, suponen un potencial destructivo inmenso'.
Burillo reconocía que hay más conciencia y más destrucción, y admitía el horror que agricultores y constructores tienen a los arqueólogos. El mismo miedo que éstos tienen a los arados.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 23 de abril de 2001