La posición oficial de la UE, principal donante de ayuda financiera a la región, no se limita a expresar su rechazo a un proceso independentista, sino que también incluye veladas amenazas frente a las posibles intenciones del presidente montenegrino, Milo Djukanovic, quien prometió un referéndum para separarse de Serbia si ganaba las elecciones. La UE, a través de un comunicado del alto representante para la Política Exterior y de Seguridad Común, Javier Solana, afirmó que la Unión 'se opone a cualquier paso unilateral que pueda perjudicar a la estabilidad de la región'.
Pero los europeos fueron aún más lejos y conminaron a ambas partes -Belgrado y Podgorica- a emprender 'de inmediato profundas negociaciones sobre el futuro común, según las reglas constitucionales vigentes', como aclaró el ministro alemán de Exteriores, Joschka Fischer. Un portavoz del ministro británico de Exteriores afirmó que su titular, Robin Cook, presionará esta misma semana a Djukanovic para que no emprenda iniciativas unilaterales sin contar con la opinión de Serbia.
El mensaje de la Unión fue unívoco, pero quizá fuera Goran Person, primer ministro sueco y presidente de la UE durante este semestre, quien pusiera en relación más directa la necesidad de negociación entre ambas repúblicas y el recurso europeo último a cortar las ayudas a Podgorica si los acontecimientos se precipitaran.
Person advirtió de que las conversaciones entre Serbia y Montenegro deben comenzar 'sin tardanza' para pactar 'una redefinición' de sus relaciones federales, 'de acuerdo con los principios democráticos y en la vía adecuada para asegurar la estabilidad de la región'. Un portavoz del Consejo de la UE precisó que las elecciones han demostrado 'la madurez democrática' de los habitantes del país y que, a la vista de los resultados, 'ha llegado el momento de hablar menos de independencia y más de negociar una salida democrática al problema'.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 24 de abril de 2001