Selecciona Edición
Selecciona Edición
Tamaño letra
CARTAS AL DIRECTOR

Vergüenza

Nunca pensé poder sentir vergüenza de mi propio país. España no me pertenece, no, yo no la he construido tal y como es, pero no puedo evitar este sentimiento. Una vez más, el racismo se ha manifestado en esta ciudad, Madrid, que pretende ser cosmopolita, pero, como bien decía no sé quién, el hábito no hace al monje. En un café de la carrera de San Jerónimo, en plena Puerta del Sol, sin dar casi crédito a mis ojos, he presenciado cómo acusaban cruelmente a dos jóvenes coreanas de no querer pagar su café (que ni siquiera habían terminado de beber).

Las llamaban asquerosas extranjeras y les pedían los papeles, amenazándolas con llamar a la policía. El colmo fue cuando las cogieron por los brazos para ponerlas de patitas en la calle, ¡qué vergüenza! Estos camareros, perdón, cancerberos, nos hacen sentir al resto de los españoles como verdaderos salvajes.

¡Qué injusticia! ¡Hasta los camareros se sienten con derecho a pedir papeles! Y a ellos, ¿no habría que pedirles que aprendieran a comportarse como requiere su condición delante de un cliente? Quizá hayan olvidado ya que los españoles hemos sido emigrantes durante décadas, o incluso puede que ni siquiera lo sepan. Tendremos que resignarnos a vivir con niveles tan bajos de educación.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 24 de abril de 2001