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Arruda confiesa entre lágrimas haber violado el secreto de las votaciones en el Senado brasileño

Río de Janeiro

El Senado de la República de Brasil vivió la tarde del lunes (hora local) la sesión más dramática de su historia cuando los senadores escucharon al líder del Gobierno en la cámara, José Roberto Arruda, confesar entre sollozos que había sido responsable, junto al ex presidente del Senado Antonio Carlos Magalhães, de la violación del secreto de las votaciones con motivo de la expulsión, el año pasado, del senador Luiz Estevão. La confesión causó estupor, porque hacía sólo cinco días que Arruda, también en llanto, había negado todo con gran teatralidad. En realidad, el senador, que ya había renunciado a su cargo de líder del Gobierno que preside Fernando Henrique Cardoso, tenía pocas salidas ante la avalancha de pruebas que el Senado había reunido contra él. ¿Por qué se empeñaba entonces en seguir negando? Lo dijo él mismo: "Porque, traicionado por la vanidad y el orgullo, no vi otra solución que mantener con ahínco la negación". ¿Y por qué se decidió al final a confesar? Según los analistas políticos, porque fue ésa la salida que le dieron los abogados y compañeros de partido para intentar inclinar a los senadores hacia el perdón más que a la condena. Según él, porque "quiero volver a poder dormir", dijo visiblemente emocionado; "quiero poder volver a mirar a las personas en los ojos, sobre todo a mis hijos".

Y, al parecer, fue la presión de sus hijos lo que empujó a Arruda a confesarlo todo: "Yo les dije a mis hijos: vosotros no teneis que avergonzaros de vuestro padre. No robé, no me enriquecí. Me equivoqué, es verdad, pero he pedido perdón al país y al Senado porque he querido preservar la dignidad de la mayor instutición de la democracia". La incógnita es qué hará ahora Magalhães, a quien Arruda acusó con pelos y señales. Según el líder del Gobierno, quien le había pedido que le proporcionara la lista secreta de los votos, había sido él. Pero el político que siempre había hecho temblar a los Gobiernos intentó desde el primer momento cargar sobre Arruda todas las culpas. ¿Confesará como él?

* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 25 de abril de 2001