Wagner Pá vive en medio de la turbulencia de sonidos multiculturales que se oye en Barcelona. Cercano a grupos como Macaco, Dusminguet y Ojos de Brujo, además de Manu Chao o Tonino Carotone, coge con pinzas la palabra mestizaje. 'En Madrid se tiende más hacia la world music', dice. 'En Barcelona, un grupo puede tener músicos de varios países y tendencias, se mezclan más. En Madrid eso no es muy común, están separados los senegaleses de los caboverdianos y los salseros del techno'.
La cabina de pinchadiscos lo ha convertido en una especie de psicólogo musical. 'A la gente le gusta el ritmo, una buena melodía y un estribillo pegadizo. Yo soy fan del formato pop, que tiene todo eso, pero es muy difícil escribir una canción así', afirma.
Brazuca matraca no parece el trabajo de un disc jockey. 'Me sorprendió que saliera tan brasileño', observa. 'En la versión acústica es muy bossa nova, salvando las distancias con los maestros. En las letras me he abierto mucho, quizá demasiado'.
Pá ha preferido que el sonido del producto final sea muy cercano al de la maqueta. 'La idea era grabar una maqueta, no un disco, pero he querido mantener ese espíritu en el álbum. Y en los próximos seguiré así. Me da miedo ir demasiado lejos. Veo a amigos como Tonino Carotone a los que el éxito no los deja ya ni vivir'.
La mayor parte de las canciones las compuso en los últimos dos años, pero hay una, El culo del mundo, que arrastra desde que llegó a España. 'Así me sentía cuando llegué, exótico', confiesa. 'Y me dije: 'Vamos a sacar provecho de mi exotismo'. Pero eso cansa, terminas en sitios muy raros, muy horteras'.
Su amistad con Manu Chao, que colabora en dos canciones del disco, tiene luces y oscuridades. 'Suelo decir que Manu es un hombre muy pequeño con una sombra muy grande. La relación con él te abre puertas, pero también te encasilla. Siempre se termina hablando de él. Para el próximo disco creo que llamaré a alguien como Peter Gabriel', dice bromeando.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 27 de abril de 2001