Ahora que el edificio Kursaal comienza a cosechar galardones y reconocimiento público creo que el Ayuntamiento donostiarra debería poner todos los medios a su disposición para que Kutxa corrija a la mayor brevedad la decoración de la puerta de acceso de materiales de su sala de exposiciones. En un edificio que tantas horas de estudio revela en su diseño y en la atención a los detalles, no parece lógico que una gran puerta lateral pintada de azul oscuro, con unas grandes letras blancas y un logotipo amarillo ocupe el primer plano del Palacio de Congresos cuando se contempla desde el barrio de Gros. Ninguno de esos colores forma parte del conjunto, y debe recordarse que a ninguno de los comercios que se encuentran en el mismo edificio se le autorizó a utilizar rótulos o decoraciones que rompieran con el entorno de este edificio singular.
Pero hay más. Si hay un elemento fundamental que distingue a esta obra de Moneo es su iluminación. Los cubos y su entorno están envueltos en una estudiada luz. Pues bien, de nuevo la única nota discordante viene de tres improvisados y chillones focos halógenos atornillados al muro que, por si no se veía lo bastante, destacan por la noche la desafortunada y fea entrada de materiales. No parece tener ningún sentido que se ilumine de noche algo que está cerrado, y aún menos en este fantástico edificio que debe ser el único protagonista.
Anteriormente ya se corrigieron otros errores para respetar su personalidad. Ahora pienso que debe exigirse a Kutxa que esté a la altura de las circunstancias y elimine tanto la decoración de la puerta como su iluminación. De esta manera Kutxa se incorporaría al edificio, y no el edificio a Kutxa.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 27 de abril de 2001