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CARTAS AL DIRECTOR

Pacto de Estado contra las muertes de tráfico

Cualquier español que haya recorrido las carreteras de Gran Bretaña en verano, con un volumen de tráfico muy elevado, habrá tenido la sensación de estar soñando o de estar en otro planeta. Es la prueba palpable de que se puede conducir con hábitos seguros. Puede uno recorrer 2.000 o 3.000 kilómetros y no enfrentarse a situación alguna de peligro. Un viaje veraniego de 500 kilómetros por las carreteras españolas nos someterá a más de diez o quince situaciones potencialmente peligrosas antes de llegar a nuestro destino. ¿Son más cívicos los británicos al volante que los españoles? La verdad es que sí, mucho más. Pero es seguro que ha habido instrumentos poderosos para lograrlo: educación y sanciones. ¿Podremos llegar a ser los españoles igual de cívicos? ¿Es posible reducir los accidentes de tráfico en España? Absolutamente. Pero para ello habría que abandonar muchas posturas hipócritas por parte de la sociedad. Podemos empezar por los políticos, quienes acostumbran desde la oposición a pedir medidas drásticas al Gobierno de turno y al mismo tiempo se niegan a admitir o a proponer instrumentos coercitivos igualmente drásticos para no perder votos. Pero no son los únicos. En realidad, la clase política refleja la profunda contradicción del español medio en este tema. Cualquiera que tenga un accidente circulando en caravana por el carril izquierdo a 150 kilómetros por hora y con distancias de seguridad inferiores a los 10 metros pierde todo el derecho a echarle la culpa al trazado o calidad de la carretera. Y me temo que quienes circulan así son la mayoría. Igual podemos decir de la actitud del español medio ante las multas. Tampoco parece que la solución ideal pase por subir la velocidad máxima y cubrir todo el territorio nacional de dobles vías, como parecen pedir los clubes de automovilistas.

Ahora que están de moda los pactos de Estado, uno se pregunta por qué no tenemos desde hace años un pacto de Estado para luchar contra un problema que cuesta la vida a miles de españoles al año y miles de millones al Estado. Este pacto estaría además completamente justificado porque probablemente las soluciones pasarían por planes a medio y largo plazo que sobrepasarían con mucho la duración de una legislatura. Si los políticos quisieran dejar de lado la demagogia y el populismo por una temporada, quizás podría lograrse algo.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 28 de abril de 2001