Firmé un contrato indefinido. Consta en el contrato que tengo una jornada laboral de 40 horas semanales -que suelen ser 50-, que tengo la categoría de ayudante y realizo el trabajo de una oficial, que deberían pagarme 72.000 pesetas -el salario mínimo-, y sólo me dan cincuenta mil. Como es lógico, me pagan en mano.
Hagamos una lectura de este testimonio. Reúne la vida de varias personas que conocemos. ¿De qué estamos hablando? De economía sumergida. Un amplio abanico de actividades laborales que escapan a la legalidad para abaratar costes y someter mejor a los trabajadores y trabajadoras a las condiciones que desea la empresa.
¿Quién se beneficia? España es uno de los países de Europa con más economía sumergida. Esta situación beneficia a las empresas ¿Quién sale perjudicado? Permanecer en la más absoluta indefensión merma todas las conquistas de la clase obrera. ¿Qué podemos hacer? La HOAC propone hablar claro, denunciar la economía sumergida y priorizar la dignidad de la persona.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 29 de abril de 2001