'Para combatir la verdadera tragedia social que supone la drogadicción la solución no puede encontrarse en políticas de mayor o de menor permisividad. Hay que ir a políticas de prevención; a políticas educativas; a políticas informativas. Luego, naturalmente, hay que ser implacables con las redes que trafican con sustancias para el sufrimiento y la muerte. Y hay que ser también humanitarios con quienes padecen la lacra de la drogadicción. Son fundamentales los programas asistenciales. El problema es mucho más profundo que la mayor o menor permisividad legal. Y sobre todo en el País Vasco, donde las altas tasas de consumo de ciertas drogas no son ajenas a que determinados sectores de la juventud han sido despojados de todo tipo de referencias éticas y morales'.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 30 de abril de 2001