El domingo 22 de abril murió un ciudadano marroquí en un bar situado en la calle de las Minas, en el centro de Madrid, noticia que fue publicada en su diario. Les escribo esta carta para que todos los lectores sepan que los vecinos ya sabíamos que esto pasaría antes o después sin que las fuerzas de seguridad hayan hecho nada para evitarlo.
Es común que casi todas las semanas algún vecino avise a la policía para que acuda al bar donde ocurrió el incidente. Peleas, amenazas y otros hechos luctuosos (un día salió una persona con un hacha en la mano persiguiendo a otra persona) son normales y ocurren bastante a menudo.
Todos los vecinos suponemos que algo raro pasa en ese bar (antes había un prostíbulo en el mismo local y, francamente, la situación era mucho mejor que la actual) por el tipo de personas que acuden y las cosas que ocurren, hechos que se han denunciado en numerosas ocasiones con resultado infructuoso hasta el momento. Para terminar, quisiera comentar que es extraño que para determinadas circunstancias se aplique una política de tolerancia cero (por ejemplo, se cierran bares por permitir que se fume hachís en su interior) mientras que en otras, mucho más alarmantes (y con completo conocimiento de las personas que dirigen dicho negocio), se hace la vista gorda.
Esperemos que ahora que esta situación ya goza de un muerto en su haber, las autoridades se dignen a tomar este asunto más en serio y se tomen las medidas oportunas para impedir que estos hechos sigan existiendo.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 1 de mayo de 2001