El Supremo ha ratificado la condena a un contribuyente a pagar una deuda fiscal de casi siete millones, que él mismo comunicó que existía y que no pensaba pagar al creerla prescrita. Francisco G. P. hizo el 19 de junio de 1985 una declaración complementaria de la renta de 1984 e ingresó 250.000 pesetas. En enero de 1990 entregó 'voluntariamente' otra por 6.758.701 pesetas, con un escrito en el que decía que no pagaba porque la obligación había prescrito. Ahora, tendrá que pagar ya que con la primera complementaria interrumpió el plazo de cinco años de prescripción.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 3 de mayo de 2001