'Hay que admitir que el nivel de enseñanza hoy por hoy, y desgraciadamente, ha bajado, pero tampoco se puede achacar al hecho de que la gente se haya marchado, sino a que los genios tampoco abundan tanto', aseguró Rostropovich durante su segunda visita como director a la capital vizcaína.
Así de contundente es la opinión respecto a la calidad de la enseñanza de un prestigioso artista que comenzó a adiestrarse en la Escuela Central de Música y en el Conservatorio de Moscú, donde asimiló las enseñanzas de Semyon Kozolupov, en chelo, y de Vissarvon Shebalin y Dmitri Shostakovich, en composición. Con esos maestros sentó Rostropovich las bases de una excelsa trayectoria en la que se ha prodigado como violonchelista y director de orquesta. Dos facetas que él encuentra 'complementarias'.
'Todo lo que me puede faltar en el momento de tocar el violonchelo, lo recupero después con la orquesta. Y lo que añoro dirigiendo la orquesta, lo recupero en el trato con mi instrumento. Éste es como mi propia voz, igual que para cualquier cantante su propia voz, por lo que puedo plasmar concretamente lo que quiero. Mientras al dirigir, entre mi deseo de realizar cierta música y el resultado siempre hay otros músicos. No dirijo al instrumento, sino a la persona', detalló un intérprete que lamenta el hecho de que el repertorio existente para su instrumento sea 'bastante reducido'.
También se refirió a las condiciones acústicas del Palacio de la Música bilbaíno. 'Desde donde estoy, yo oigo perfectamente', comenzó bromeando para, acto seguido, proferir palabras elogiosas. 'Para poder opinar sobre la acústica de este auditorio debería asistir como público pero, basándome en mi gran experiencia, puedo decir que tengo una muy buena impresión. Me gusta mucho la parte trasera del escenario, una pared de madera que dará una cierta reverberación del sonido. Y encima de la orquesta el techo no es excesivamente alto, como sucede en los teatros, donde suele sonar bastante mal porque todo el sonido se absorbe por arriba', precisó quien dirigiera a la Orquesta Sinfónica de Washington D.C. durante 17 temporadas. Un hombre que puede jactarse de haber estrenado casi 200 obras.
Asimismo, Rostropovich destacó que le llena 'el corazón de alegría' haber conocido a Salvador Dalí, Pablo Picasso o Charly Chaplin. Ésta sería una de las ventajas de su profesión para un artista que en las próximas cuatro semanas mostrará también sus habilidades en Viena, Florencia, Barcelona y Amsterdam.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 7 de mayo de 2001