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Viviane Forrester arremete contra la 'dictadura' del ultraliberalismo

En la portada de la edición española de Una extraña dictadura, un ensayo de la escritora y crítica francesa Viviane Forrester, hay una fotografía en la que se ve una señal de tráfico. Al lado del nombre de la calle, Wall Street, donde se encuentra la Bolsa más famosa del mundo, otro cartel reza: One way, que se podría traducir por 'dirección única'. La ilustración habla con exactitud del contenido del libro, un alegato contra la aceptación generalizada del ultraliberalismo como régimen único de la inevitable globalización. Una extraña dictadura (Anagrama) fue publicado el año pasado en Francia, donde ha vendido más de 400.000 ejemplares, y se ha traducido en 26 países, en los que ha llegado a vender más de un millón de libros. Es también la continuación de El horror económico (1996), considerado como el primer ensayo crítico contra el ultraliberalismo.

Para Forrester, que pasó ayer por Barcelona para hablar de Una extraña dictadura, el éxito de ambos libros 'es un signo político muy importante'. 'Hacía mucho tiempo que pensaba estas cosas. Me parecían una evidencia, pero nadie hablaba de ello. Escribiendo, he verificado que no estaba sola'. La autora distingue entre globalización, un proceso del que dijo que es 'inevitable', y ultraliberalismo, 'un régimen político planetario que controla la economía'.

Opciones

'El ultraliberalismo, como toda ideología, es reversible y presentarlo como la única vía posible es dictatorial', afirmó. Sus libros caminan en este sentido. En el de convencer a los lectores, a los ciudadanos, de que hay opciones al modelo globalizador actual, al que definió como 'una dictadura sin dictador' que se mueve por la 'neurosis del lucro', según escribe en el libro. Una neurosis que tiene su motor en los conceptos de 'beneficio' y 'competitividad'. A juicio de Forrester, la existencia de bolsas de pobreza en todo el mundo demuestra que el sistema falla. Para ello, apuntó unos datos: 'En Estados Unidos, un 19% de la población vive bajo el umbral de la pobreza. Y en el Reino Unido, un 13,5%'. Asimismo, añadió: 'La demostración de que estamos en una dictadura está en que cuando pides una cosa razonable como que las empresas con beneficios no despidan a trabajadores, la respuesta tiene forma de chantaje: 'si no despedimos las inversiones irán a parar a otro país'.

La escritora, que ha sido invitada a participar en foros empresariales como el de Davos, defendió las movilizaciones ciudadanas ante las reuniones de entes como el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional: 'Son manifestaciones muy importantes de malestar, pero tienen que estar muy bien pensadas. No se trata de un juego ni de un pic-nic'. Asimismo, defendió la democracia como un sistema en el que 'nadie puede ser considerado molesto o inútil'. 'Creo en la ley y no creo que la economía pueda regularse por sí misma', añadió.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 9 de mayo de 2001