'El euskera no debe ser nunca un vehículo para la imposición, sino para garantizar la pluralidad cultural de lo vasco. Si el conocimiento del euskera fuese una exigencia ineludible para todo candidato a lehendakari, se estaría excluyendo a tres de cada cuatro vascos de esa posibilidad; se estaría, por tanto, impidiendo al 75% de los vascos que aspiraran a esa alta responsabilidad, y se estarían cercenando sus derechos democráticos más elementales. Ha habido, en este sentido, lehendakaris que, cuando accedieron al cargo, no hablaban euskera. Otra cosa es que el candidato conozca el profundo valor del euskera; que esté dispuesto a garantizar, fuera de toda manipulación política, su vitalidad lingüística y cultural'.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 10 de mayo de 2001