Selecciona Edición
Selecciona Edición
Tamaño letra
Elecciones en el País Vasco

Mayor Oreja, el listo

El ex ministro 'fue capaz de establecer juegos de palabras eficaces y significativos a la vez'

Juan José Millás analiza en este artículo las respuestas que los candidatos a lehendakari por la coalición PNV-EA, Juan José Ibarretxe, por el PP, Jaime Mayor Oreja, y por el PSE-PSOE, Nicolás Redondo, han dado a lo largo de esta campaña electoral a las preguntas formuladas por EL PAÍS y publicadas a diario bajo el epígrafe: 'Palabra de lehendakari'. El escritor se fija en las palabras elegidas por los tres políticos para responder, cuando responden, así como la capacidad que cada uno muestra para escabullirse de los asuntos más comprometidos. Millás dibuja así los perfiles de los tres candidatos que se juegan la presidencia del Gobierno vasco en las elecciones de mañana, domingo.

Mayor Oreja cayó en el vicio lingüístico de las 'prioridades' tres veces, una menos que Ibarretxe. Puede parecer poco desde el punto de vista aritmético, pero desde el neurológico representa un abismo. De hecho, fue capaz de establecer juegos de palabras que resultaban eficaces y significativos a la vez, como cuando a la pregunta sobre las nuevas competencias respondió que de lo que se trataba, 'más que de asumir competencias, era de ser competente'. Y añadía: 'De ser competente frente a la violencia callejera. De asumir las competencias de las políticas activas de empleo. De ser competente en la mejora de las relaciones con las demás comunidades. De asumir las transferencias relativas a formación e inserción laboral. De ser competente para que no haya tantos vascos con miedo en nuestras calles'. Todo un programa inteligible y necesario, en fin, colocado al rebufo de un pequeño acierto verbal. ¿Ven lo que decíamos de las neuronas?

El problema de esos aciertos es su mecanización. Y Mayor Oreja no sorteó del todo este peligro. Así, a la pregunta sobre la despenalización de algunas drogas, respondió que había que ir a 'políticas de prevención; a políticas educativas; a políticas informativas'. Uno está completamente de acuerdo con esa fórmula, que se puede aplicar a las drogas y a la gastronomía, indistintamente, pero la pregunta era si estaba dispuesto a legalizar algunas drogas. Mayor Oreja no sólo no respondió, sino que remató la argumentación con el siguiente cliché: 'El problema es mucho más profundo que la mayor o menor permisividad legal'. Cuando alguien dice que el problema es más complejo de lo que tú lo presentas (un tic izquierdoso antediluviano), estás ante un listo, y el problema de los listos es que a veces se pasan. Y que van a lo suyo. Créetelo.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 12 de mayo de 2001