Los trabajadores de la limpieza del aeropuerto de El Prat dieron ayer un mal ejemplo. Su huelga fue predemocrática. Convertidos en émulos de un radicalismo primitivo, arrasaron las instalaciones y pusieron el aeropuerto patas arriba afeando el derecho constitucional a realizar una huelga. En pocas horas, la asepsia elegante de los espacios concebidos por el arquitecto Ricardo Bofill se convirtió en un vertedero. La acción de ayer no sólo supone un mal ejemplo, sino que no sirve para nada y pone a los usuarios en contra de los huelguistas. No todos los huelguistas se pusieron a ensuciar el aeropuerto, pero CC OO debería dar alguna explicación sobre estos hechos. Como reza el dicho popular: No basta con predicar; hay que dar trigo. Y responsabilizarse.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 18 de mayo de 2001