El jurado se sustenta en 'las declaraciones del mismo abogado' para declarar la culpabilidad del acusado, quien mantenía una 'estrecha relación' con su tío, soltero y sin descendencia, a quien ayudaba en la administración de sus intereses económicos y cuidaba diariamente en el domicilio de la víctima, en la calle Pascual y Genís, de Valencia. La víctima murió tras una disputa con su sobrino, quien se alteró al ser insultado en el transcurso de una discusión motivada por el orden que debía serguir en los trabajos que le encomendaba.
La sentencia concede al condenado las atenuantes de arrepentimiento, que le llevaron a confesar los hechos, y de arrebato, al considerarse probados el trato que dispensaba la victima a su sobrino. 'Llevaba años aguantando el mal genio de su tío y había pasado épocas en que su servicio era todavía más penoso a causa de su enfermedad', reconoce la sentencia. El magistrado, sin embargo, entiende que ninguna de las atenuantes puede ser cualificada, tal y como sostenía la defensa, para poder rebajar la pena, debido a 'la mucha crueldad de la acción, la superioridad física del acusado respecto de la víctima y, particularmente, los vínculos familiares que excedían a los del propio parentesco, y determinaban un alto grado de confianza de la víctima para con el acusado, quien, receloso de todo el mundo, franqueaba sin recelo la puerta de su domicilio facilitándole las llaves del mismo'.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 18 de mayo de 2001