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CARTAS AL DIRECTOR

Derecho a morir dignamente

Reivindico como ser humano ese derecho mínimo cuando se tiene una enfermedad terminal y así se manifieste. Mi madre tiene Alzheimer. Conociéndola como la conozco, sé lo que ha sufrido en estos años y lo que está sufriendo. De nada sirven los cuidados paliativos cuando se sufre del alma. Por mucho cariño que yo le dé, a mi madre no la ayudo. Yo le doy mucho cariño, es lo único que le puedo dar. ¿Y qué? No es suficiente. Ella sufre por su incapacidad, y en eso sí que no hay ayuda posible.

Me sorprende la capacidad de algunas personas para decidir sobre la vida y sufrimientos de otras. Me refiero a las que no aceptan la eutanasia activa. Tengan en cuenta que es una decisión voluntaria que no implica más que a sí mismo y que las personas que no estén de acuerdo no tienen por qué hacer uso de ella. Simplemente, ¡dejadnos que decidamos sobre nuestra propia vida!-

* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 20 de mayo de 2001