El crecimiento económico del Baix Llobregat y de Barcelona es la única razón sensata que he podido oír en estos meses en cuanto a la conveniencia de que el AVE llegue hasta el aeropuerto.
En cambio, poco se habla de la parte negativa de esta infraestructura, como es el gran coste económico, el impacto ecológico para el territorio, el acuífero y la agricultura (la actividad por excelencia del delta), y la limitación de la movilidad de una zona densamente poblada.
Aún podríamos añadir que los ciudadanos del Baix ya padecemos la saturación de grandes obras que delimitan notablemente nuestra movilidad. Creo que con el dinero que se quieren gastar en esta obra se podría mejorar la infraestructura ferroviaria de Cataluña. La llegada del AVE al aeropuerto, en mi opinión, no está justificada.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 21 de mayo de 2001