'Los manifestantes coreaban gritos ante la comisaría cuando los gendarmes les lanzaron granadas lacrimógenas para dispersarlos; luego les cazaron con los Kalashnikov: la mayoría de las víctimas presentaba heridas de bala en la espalda'. Este es uno de los testimonios recogidos sobre la muerte de siete jóvenes el pasado 28 de abril cerca de Tizi Uzu, publicado en la página de información independiente en Internet Algeria-Interface.
La teoría de la provocación desde alguno de los clanes en el poder en Argel se ha extendido como un reguero de pólvora en el país magrebí para intentar explicar la brutal represión policial de las tradicionales manifestaciones de la primavera bereber en la Cabilia.
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En medio de la opacidad del aparato del poder, en el que los generales se ocultan tras una fachada política institucional, la comisión de investigación creada por el presidente Abdelaziz Buteflika no parece que vaya a servir para arrojar luz sobre una tragedia con demasiados interrogantes. Por ejemplo, ¿quién dio la orden de disparar a matar simultáneamente en varios lugares de la Cabilia? Los testimonios recogidos en la región bereber hablan incluso de heridos rematados con un tiro de gracia.
La multitudinaria manifestación de ayer en Tizi Uzu parece un abierto desafío de la comunidad bereber -que ya se resistió a perder su identidad cultural tras la idependencia y que rechaza aún la arabización por la fuerza- a un régimen que ahora ha tenido que tolerar los gritos de 'poder asesino' de medio millón de voces, a pesar de que el estado de excepción impuesto desde 1992 prohíbe cualquier reunión en la calle.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 22 de mayo de 2001