'Paisajes alegres, mirada inocente y desprejuicio colorístico'. Ésa es la definición que hace Fernando Checa, director del Museo del Prado, de la pintura de la artista Paloma Ripollés, que desde ayer, martes, y hasta el 20 de junio expone en la galería madrileña Margarita Summers (calle de Villanueva, 7).
Ripollés, que ha estudiado Bellas Artes, Museología y Crítica de Arte entre Madrid y Florencia, expuso por primera vez en esa ciudad italiana en 1991 y desde entonces ha recorrido toda España mostrando sus lienzos con trazos llenos de vitalidad, que logran una rara precisión desde la imprecisión deliberada.
Su nueva exposición se detiene invitando a contemplar espacios diversos, como una laguna con olivos, una poética refinería, un paisaje rojo, un río, una gran iglesia, una concurrida calle de aspecto costumbrista, un simple árbol en flor o una panorámica amarilla de Toledo.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 23 de mayo de 2001