Mientras los sesudos miembros del Banco Central Europeo debatían ayer en Alemania cómo frenar los mínimos anuales que el euro está marcando frente al dólar, más de 400 jubilados, ajenos a las decisiones de Francfort, aprendían, en un mercadillo montado en la Casa de Campo, a comprar con la futura moneda.
El juego consistía en adquirir productos, como una lata de berberechos o un viaje a Cuba, con euros de cartón. A la entrada se entregó a los jubilados un paquete con las monedas de mentira y un cuadernillo para apuntar las compras que iban haciendo. 'Y de regalo, un pin del Ayuntamiento', anunciaba una de las organizadoras, del Club de la Tercera Edad de la Casa de Campo.
Y entonces comenzó la odisea. El paseo por el mercadillo se convirtió en un largo peregrinaje de personas que se afanaban en intentar comprender los entresijos de la moneda que tendrán que usar todos los ciudadanos miembros de la UE a partir del 1 de enero de 2002.
'Por favor, tenemos un poco de atasco en la entrada, circulen, circulen', gritaba sudoroso, megáfono en mano, otro de los organizadores. Los jubilados, como premio final, recibieron un chato de vino. Y, de paso, se hacían entre ellos la pregunta más repetida del día: '¿Y tú, te has enterado bien de lo que vale un euro?'
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 24 de mayo de 2001