Con el año 2003 como meta, las obras para convertir el Palau de la Música Catalana en una isla músico-arquitectónica en el corazón del barrio de Ribera de Barcelona han alcanzado su ecuador y avanzan a paso firme. Sobre parte del solar que hasta 1999 ocupaba la iglesia de Sant Francesc de Paula -que el obispado vendió al auditorio modernista y que durante más de 90 años ocultó la acristalada fachada lateral del edificio construido por Lluís Domènech i Montaner y declarado Patrimonio de la Humanidad-, ya se avista la futura plaza bajo la que se está construyendo una nueva sala de conciertos de música de cámara con capacidad para 600 personas, que dotada con la última tecnología podrá albergar también conferencias, convenciones y congresos. La plaza, separada de la calle por una valla acristalada, se convertirá durante los veranos en un auditorio al aire libre.
El proyecto de esta segunda ampliación de la sala de conciertos modernista, que Òscar Tusquets debe convertir en el Palau de la Música del siglo XXI -un edificio con historia, pero a la vez moderno y polivalente-, incluye la construción, en el espacio que antes ocupaban el atrio y el pórtico del desaparecido templo, de un nuevo edificio que albergará un restaurante y zonas de servicios.
En total, la nueva ampliación, con un presupuesto de 1.800 millones de pesetas, dotará al Palau de la Música de 2.700 metros cuadrados más de espacio y permitirá hacer realidad el sueño de Domènech i Montaner de llenar de luz natural la sala de conciertos por tres de sus cuatro lados y que se vea la fachada principal del edificio desde la Via Laietana.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 26 de mayo de 2001