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VISTO / OÍDO

Criticar en España

Aznar se queja: 'algunos' medios españoles critican algo que podría ser criticado en el extranjero, pero no en España. Sigo siendo un raro en estas cosas: lo criticable, lo objetable, es algo que no depende de la geografía, sino de una forma de entendimiento. Que a su vez puede ser criticada y objetada, pero con una diferencia considerable: el que critica a Aznar no es ejecutivo y no opera en contra él; Aznar sí lo es, y lo que cree se cumple. Aunque otros caigan.

Yo no soy patriota, religioso ni tradicionalista. Tampoco me interesa el fútbol, y eso importa: una parte del fanatismo español procede del fútbol, que a su vez procede de la religión, la patria y la tradición, que se integraron en él. La 'furia española' encendía hogueras, expulsaba judíos, pateaba moriscos y grita en las gradas. Cuando veo la hinchada pintarrajeada, teñida, desgañitada, profetizando victorias, pienso lo contrario que el cronista del Cid: qué mal vasallo si hubiera mal señor, y aunque lo hubiera bueno. No hacen mal a nadie, me digo. Y no es verdad: son los figurones de unos sentimientos de patria chica o grande, de campanario o de sesudo senado, donde no se puede reprochar un hecho político nacional o dominante sin ser de alguna manera denunciado. O asesinado, si los creyentes practican esa política.

O señalado con el índice por este señor del poder monclovita, seguidor del rey que dijo 'el Estado soy yo': su política favorece a España, y el español no debe hablar en contra. Pero ¿y si algunos medios no creen que esa política sea buena? ¿No han tenido pruebas recientes de cómo se equivoca? Y remotas. No le supongo mala fe: que su error procede de la idea de patria, de religión, de tradición y de fútbol. Claro que no soy insensible a este muñón de Europa. Ni lo soy a los de otros países y continentes: los he visto, he trabajado con ellos, hemos tenido aspiraciones parecidas. Moros o cristianos. No me es fácil aceptar que les quitemos el dinero a los polacos, a quienes ya les han quitado todo en los últimos siglos.

Sobre todo: se piensa o no se piensa. Se acepta una forma de libertad de expresión (aunque sea pequeñita, moderada, parcial) o no se acepta. Si no se estima la disidencia y el disentimiento, que se diga.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 26 de mayo de 2001